Por Ph.D. Gustavo Larach*
Dentro del rico y extenso programa cultural con que Banco del País celebra su trigésimo aniversario, destaca esta cautivante exhibición pictórica que reúne a varios de los más grandes talentos de la plástica nacional, que enfatizan la relación de confianza que esta institución bancaria ha forjado sobre las décadas con el público hondureño, resaltan el importante apoyo que ha brindado a emprendedores y empresarios en una diversidad de rubros, y por tanto al avance de la economía en nuestro país.
Los artistas también nos hacen ver en sus obras cómo ese desarrollo económico está estrechamente ligado al desarrollo de la cultura, ámbito en el cual Banpaís ha jugado un importante papel. Las obras patentan los vínculos del Banco no sólo con el público local, sino también regional e internacional, y celebran con sus formas y colores el aniversario de una institución que ha sabido conectar con el arte y facilitar su producción.
Una de las obras más emblemáticas en la exhibición nos habla de la cercana relación de Banco del País con sus clientes. Darwin Elvir nos presenta una composición perfectamente simétrica, en cuyo centro se encuentran dos manos que se estrechan firmemente. Así, su obra “Tiempos de fraternidad” da un valor central a la confianza y colaboración de la cual depende el desarrollo de nuestra economía. Esa relación de confianza entre el Banco y sus clientes está al centro de las diferentes actividades y proyectos que emprenden los hondureños, desde estudios y desarrollo profesional hasta los principales rubros de nuestra economía: Turismo, agroindustria, desarrollo inmobiliario, y todos los procesos económicos que facilita el capital financiero. En la imagen, todos estos elementos están inscritos dentro de un ciclo temporal, y marcan el momento en que Banco del País celebra 30 años al servicio del desarrollo económico de los hondureños. A través del título “Tiempos de fraternidad”, Elvir sugiere la confianza que debemos depositar los unos en los otros si queremos ver nuestra economía florecer.
Otras obras en la exposición elaboran sobre esta misma idea. La tela “Engranaje” de Suyapa Monterroso, hace una analogía entre la institución bancaria y una monumental columna de orden clásico, como soporte fundamental de la economía. Frente a ella se interponen las ruedas del engranaje que conectan el capital con el trabajo, que a su vez crea sustento en los hogares. Sobre el trabajo se despliega la visión de la vida en comunidad y la nación misma.
En su obra “Emprendedores”, Antonio Vinciguerra incorpora en su discurso artístico a los hombres y mujeres que día a día asumen el reto de acometer un negocio en Honduras. Su personaje central es una mujer lenca que cultiva fresas. Esta obra crea una amplia representación del ámbito económico en nuestro país, desde el trabajo artesanal de nuestras diversas etnias hasta el trabajo obrero, la agroindustria y las grandes empresas. Evoca así a todas las personas que aspiran a un mejor futuro en nuestra Honduras, y está marcada por las huellas de nuestra identidad.
Antonio Vinciguerra celebra no sólo el apoyo de Banco del País a emprendedores grandes y pequeños, sino también al trabajo de artistas y artesanos, de lo cual esta exposición es evidencia. El emprendimiento, el trabajo, y el ahorro prometen abundancia, como lo muestran los mágicos tocados sobre las figuras de Julio Visquerra. Su obra “Mirando hacia el futuro” presenta en primer plano una pareja sobre la que se desbordan los frutos de la tierra próspera que habitan.
Como Vinciguerra, muchos de los artistas en la exhibición comprenden que el desarrollo económico está vinculado no sólo a los recursos naturales y financieros de nuestro país, sino que también está inextricablemente ligado a nuestra cultura, al sentido vital que le damos a nuestra nación como proceso cultural dentro de su devenir histórico.
Andrés Pacheco nos ofrece una imagen optimista, donde entrelaza los signos de nuestra herencia natural y cultural con los rubros y engranajes de nuestra economía. En su obra, titulada “Nuestra identidad y cultura”, vemos elevarse la espléndida arquitectura de la Torre de Banco del País, que recorre verticalmente la composición como un pilar que vincula los aspectos culturales y económicos de nuestra nación; sobre la imagen del Banco se interpone, al centro de la composición, una figura femenina de mirada expectante, su cabellera rojiza agitada por el soplo de tiempos venideros.
En la obra “Nacidos en Honduras” de Carmen Chahín, es una bella mujer mestiza la que se eleva desde el espacio inferior de la tela hasta el cielo en la sección superior de la composición; esta hermosa alegoría de la nación acoge en su manto las raíces indígenas de nuestro país, así como su riqueza natural, y nos muestra con orgullosa serenidad los símbolos patrios.
Mayra Casiano simboliza en la figura femenina, que en su tela “Oasis” aparece coronada por la flor nacional, el empoderamiento de la mujer dentro del desarrollo económico de Honduras. Los oasis del título son tres ciudades que Casiano considera centros de riqueza y cultura: San Pedro Sula, Gracias y Choluteca, cada una representando las regiones norte, oeste, y sur del país.
Leticia Banegas nos lleva a su universo lúdico para mostrarnos una yuxtaposición que en principio parece paradójica: una chica muy joven con unos guantes de boxeo gigantescos. Sin embargo, la imagen de “Todo es cuestión de actitud” une dos aspectos de la mujer que no podemos desconocer: la delicada belleza que no resta fortaleza a sus luchas y sus logros. Las mujeres son más afines y sensibles a los cambios que necesita Honduras para transformarse y evolucionar.
Es significativo observar las referencias geográficas e históricas que hacen los artistas en sus obras. En “Nacidos en Honduras”, la figura alegórica muestra nuestra bandera circunscrita en nuestro mapa, y resalta en verde claro el departamento de Cortés, donde se origina esta entidad bancaria. Como todos sabemos, el azul de la bandera hace referencia a los mares y las estrellas a las naciones centroamericanas.
En la acuarela “Presencia de desarrollo en Centroamérica”, José Manuel Pérez Asturias superpone la torre de Banco del País, flanqueada por magníficas cañafístulas en flor, sobre la magnífica cordillera del Merendón. Vemos descender sobre la fachada del Banco enormes banderas de los países centroamericanos donde la institución bancaria tiene presencia. Estas obras hacen referencia a los vínculos de la Institución, sus clientes, y de hecho nuestra propia comunidad nacional con América Central.
Marco Rietti observa la cercanía temporal del aniversario del Banco con el Bicentenario Patrio, y presenta un retrato ecuestre de Francisco Morazán. La obra está vinculada además al Programa Cívico Permanente de Banco del País, que busca incentivar la identidad patria y el respeto por los valores. En la imagen, Morazán detiene su andar para observar atentamente algo que está más allá de nuestra área de visión. Reconocemos el paisaje que lo rodea como nuestra tierra, verde y montañosa, sus picos más elevados desdibujados por místicas nieblas. La presencia del héroe evoca su visión de Centroamérica, un ideal de integración económica y cultural entre pueblos hermanos.
Varios artistas crearon imágenes festivas en celebración del aniversario de Banco del País. César Román Murillo con “Fabula a tu lado” evoca el pasado y las tradiciones locales al situar la celebración a bordo de una baronesa. Los colores saturados y la aplicación audaz de los pigmentos nos hacen sentir la algarabía de la fiesta. Rodeados de frutas y flores, hombres y mujeres agitan banderines en un festejo que se desplaza a través del tiempo y el espacio.
Santos Arzú Quioto evoca la celebración desplegando su lenguaje abstracto en una vasta tela titulada “Festejo”, en la cual azules y amarillos fluyen desde la región inferior de la tela y se agitan hacia el centro para volverse volátiles y luminosos la región superior. La modulación de colores y formas se unen para crear una sensación ascendente de vibrante alegría, y los elementos geométricos dispuestos en la periferia de la composición se configuran como un influjo centrífugo que sugiere que el festejo excede los límites de la obra.
Nora Buchanan implementa también un lenguaje abstracto para evocar “El vuelo del ara macao”. Trabajando, como Arzú, sobre el eje cromático institucional del Banco, Buchanan usa color y texturas para evocar elación. Este gesto artístico demuestra su júbilo e identificación con una institución financiera que sobre las décadas ha comprendido el valor del arte y la cultura dentro del desarrollo de la comunidad nacional.
El arte cohesiona la comunidad, hace entrar en diálogo a los distintos individuos que la componen, nos incita a buscar los valores e intereses comunes que nos pueden integrar en un complejo y rico organismo funcional, aun cuando permanezcan las diferencias. La sensual superficie pictórica que nos ofrece Armando Lara en su obra “Doble vertiente” está inscrita en esta visión. Las figuras humanas se funden en medio del torbellino cromático para crear una alegoría de concordia humana, y los elementos de la naturaleza se antropomorfizan para sugerir la armonía del ser humano con el mundo natural del cual depende.
No podemos valorar el arte lo suficiente. No es tan sólo un repositorio de valor económico, un elemento decorativo, o un marcador de estatus social. El arte es proceso de autoconocimiento y de intercambio intersubjetivo. No es posible concebir la evolución de nuestra sociedad sin una producción artística constante, en diálogo con públicos diversos, y bajo la mirada interpretativa y crítica de nuestros intelectuales.
*Gustavo Larach, estudió en la Universidad de Arte y Diseño de Massachusetts, en Boston, y cuenta con un doctorado en Historia del Arte por la Universidad de Nuevo Mexico de Albuquerque elaboró el texto curatorial de esta muestra artística.